Para México en 2018, serán claves el recorte del gasto y la inflación, la negociación del TLCAN y el resultado de las elecciones. Sobre la segunda, exploremos tres escenarios: el TLCAN muere, deambula como “zombi” o resucita más a favor de EU.
Trump ya habló de seguir las negociaciones después de las elecciones en México, pero muchos esperan que antes o en la sexta ronda en Montreal, 23-28 de enero, adelante para su primer informe sobre “el Estado de la Unión”, la salida de EU, (la “muerte” del TLCAN), pues repite que México pagará el muro y que si EU no gana “algo fuerte” dejará el TLCAN.
¿Qué es “lo fuerte”? El TLCAN se diseñó para “encadenar” las reformas estructurales de México, asegurar la desregulación progresiva del sector energético mexicano y garantizar a largo plazo una proporción fija de los recursos energéticos de Canadá. También se diseñó para reformular por región las economías de escala de la producción automotriz, e imponer reglas de origen para los competidores de fuera, asegurando exportaciones con salarios bajos.
El TLCAN 2.0 busca encadenar las reformas estructurales de Peña Nieto, la educativa y especialmente la reforma energética, incluyendo registrar en Bolsa como “reservas privadas” los recursos energéticos no convencionales mexicanos. Y cambiar el porcentaje de contenido regional en las reglas de origen del sector automotriz (pasar del 62.5% al 80% del valor agregado, con un 50% del contenido producido en EU), eliminar el sistema de resolución de controversias comerciales (capítulo 19) e introducir una cláusula para revisar el Tratado cada cinco años. No se desbordaron las diferencias en comercio electrónico, telecomunicaciones, empresas del Estado ni facilitación comercial.
Los empresarios mexicanos aceptarían nuevas reglas de origen, pero no el porcentaje que Trump quiere. Y las automotrices estadounidenses confían en que el TLCAN sobrevivirá con “algunas mejoras”. GM defiende mantener la producción en México, incluso de camionetas.
Pero el hueco dejado por la reforma fiscal, lo podría paliar el arancel de 25% que se aplicaría si EU deja el TLCAN, por ejemplo, a las camionetas pesadas que General Motors y Fiat-Chrysler Automotores (FCA) exportan hoy a EU, induciéndolas a trasladar líneas de su producción de México a EU; por eso ya anunció FCA, que en 2020 se llevará de Saltillo a Michigan la producción de la camioneta RAM, orientada al mercado global. Pero el arancel afectaría más y en todas sus líneas a los productores de otros países que se queden en México.
El comercio de energía fue otro gran negocio del TLCAN al eliminar las tarifas en petróleo crudo, gasolinas, mezclas de combustibles y combustóleo, aunque México haya conservado la exención de su sector energético. El influyente American Petroleum Institute coincide en la relevancia del TLCAN para el sector y en que dejarlo implicaría regresar a tarifas y barreras arancelarias; eso sería un desastre, pues han crecido exponencialmente las importaciones mexicanas de gasolina y gas de EU y porque Canadá quedaría libre de la “regla de proporcionalidad” (podría vender sus excedentes a China).
Como busca encadenar las reformas, Trump acorralará al próximo gobierno. Adelantamos que muerto, “zombi” o resucitado con “mejoras”, el TLCAN será adverso para el pueblo, pero también para muchos empresarios y de todo eso ya son responsables los gobiernos del PRI y del PAN.
Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM
e integrante del Centro de Análisis de Coyuntura
Económica, Política y Social. caceps@gmail.com