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“Tras los más serios estudios de ingeniería nacional e internacional se ha determinado que el mejor sitio para realizar el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México es Texcoco”, dijo el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez en 1978, en un programa de televisión. Esta declaración y los estudios realizados con respecto a una expansión del aeropuerto en la capital fueron un “descubrimiento” para Ana Paula Robleda, curadora de la exposición Pedro Ramírez Vázquez, que inauguró ayer en el Museo Soumaya, en Plaza Loreto.
Si bien reconoce que esta postura del arquitecto no es un secreto, afirma que la información estaba muy enterrada en el propio Acervo de Pedro Ramírez Vázquez.
En la exposición se puede ver una serie de cuadernos que muestran los estudios que se hicieron del terreno y la viabilidad de llevar a cabo un aeropuerto en Texcoco.
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“Tenemos el mapa que nos indica justo dónde debía estar (el aeropuerto) y hay un video, en el acervo del arquitecto, en el que él habla de este tema. Nos pareció muy actual y relevante. Él ya había tratado este tema hace muchos años y hasta hace dos años seguía siendo un tema de debate”, dice Robleda.
Pedro Ramírez Vázquez es una exposición inédita sobre la obra del arquitecto y sus otras facetas como diseñador de identidad gráfica y diseñador de joyas. Más de mil piezas, entre documentos, planos, ropa, cuadernos, joyas y muebles integran esta exposición, que debía llevarse a cabo en 2020, como una de las últimas celebraciones del centenario del arquitecto, pero se atravesó la pandemia de Covid-19.
“Es inédita porque muchos planos, bocetos y documentos nunca habían salido del acervo de Ramírez Vázquez”, explica Ana Paula Robleda, quien agrega que sería muy difícil volver a ver una exposición similar porque todos los planos, realizados en papel albanene y papel mantequilla, son delicados y podrían rasgarse.
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El Museo Nacional de Antropología, la nueva sede de la Basílica de Guadalupe, el Estadio Azteca y trabajos sin concluir son algunos de los proyectos en la exhibición. También se podrá ver con más profundidad su trabajo en el diseño de imagen de los Juegos Olímpicos de 1968, pues los documentos muestran que si bien el diseñador Lance Wyman aportó, no fue el autor del logo del evento deportivo.
“Explicamos que es errónea la versión de que Wyman es el autor del logotipo. Ahí mostramos el proceso de creación del logo. Wyman se integró al equipo, pero no es su diseño”.
La muestra también es interactiva, pues a través de una aplicación, los visitantes tendrán acceso a materiales audiovisuales para complementar. Además, el restaurante a un lado del museo ofrece un menú con los alimentos favoritos del arquitecto —como el mole, sopes de chicharrón, barbacoa y cochinita pibil— diseñado con la participación de Javier Ramírez Campuzano, hijo del arquitecto.