Cuando Donald Trump estaba en su primera campaña por la presidencia de Estados Unidos, contrató a un experto en el mundo digital, que se encargó de todo lo que tuviera que ver con medios y redes. Según el periódico español El País, este hombre, llamado Bradley Parscale, acuñó la frase “Make America Great Again”, que se convirtió en la marca del magnate. Para esta segunda ocasión, ya lo nombró jefe de campaña, para despedirlo sin miramientos pocos meses después, cuando a un mítin que él esperaba multitudinario llegaron solamente 6 mil personas.

Poco después de ese despido, la esposa del señor Parscale pidió la intervención de la policía para detener lo que parecía un intento de suicidio y para internarlo en un hospital. Según los reportes, el hombre sufre una brutal depresión, algo que no debería sorprender a nadie, pues sin duda fue durísimo haber recibido semejante humillación pública y ver el fin de una carrera que a todas luces parecía ir viento en popa.

¡Ah pero aquí las cosas son muy diferentes! A la veintena de personas que han renunciado a colaborar con este gobierno, se las ha acusado de todo: desde no entender lo que es la 4T, hasta no tener capacidad para aguantar el trabajo, desde no saber ser servidores públicos, hasta no tener lealtad, y otras cosillas de ese calibre.

Y sin embargo, ni el exsecretario de Hacienda ni el de Comunicaciones y Transportes, ni los dos expulsados de Semarnat, ni el primer director del IMSS ni el del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado se deprimieron, más bien al contrario, parecieron liberados y hasta felices de poder decir lo que piensan y de poder perorar en contra de la 4T, como se puede ver en los artículos que publica Carlos Urzúa en estas páginas de EL UNIVERSAL, en las palabras de renuncia de Jiménez Espriú, en las razones que dio Jaime Cárdenas para su salida o cómo en Facebook, Víctor Toledo acusa de demagogia y simulación al gobierno.

¿Por qué en México no se deprimen los expulsados del gobierno? ¿Por qué no viven como humillante lo que dice de ellos quien fue su jefe? ¿Por qué tantos están dispuestos a aceptar cosas tan inaceptables como que el director del IMSS en lugar de atender la pandemia y los graves problemas de salud de la población, haya sido nombrado para organizar los festejos que se le ocurrieron al Presidente para el próximo año?

La respuesta está quizá en lo que cada quien espera de sí mismo y cómo cada quien se valora a sí mismo. Por ejemplo, el Secretario de Seguridad Pública, que tira la toalla a mitad del camino porque quiere otro hueso, y lo hace sin el menor empacho por no haber cumplido absolutamente nada de lo que se le encomendó. ¿No le da ni un poquito de vergüenza no haber resuelto ni un ápice de la inseguridad, que sigan las matanzas, las balaceras, las tomas de vías del tren, edificios y casetas de peaje, las extorsiones y secuestros y robos, y por si eso no fuera suficiente, encima se adorna porque los feminicidios “solamente” aumentaron de 74 a 78 o porque hubo una “espectacular” disminución de asesinados, 250 muertos menos que el año pasado, de los más de tres mil que hay cada mes o porque el homicidio doloso tuvo una baja de la increíble cifra del 0.57%?

La verdad es que preferiría ver seres humanos que al menos se deprimieran cuando éste es el resultado de su labor, pero quién sabe de qué están hechos nuestros políticos.

Escritora e investigadora en la UNAM. sarasef@prodigy.net.mxwww.sarasefchovich.com

Google News

TEMAS RELACIONADOS