Héctor Bonilla tiene 50 años de trabajar arriba del escenario. Esa experiencia es la que no le hace temer que un nuevo medio como las plataformas digitales puedan hacer desaparecer al teatro.

“Yo no creo que suceda, porque la emisión de emociones en persona es imposible de sustituir. Dijeron que el cine iba a acabar con el teatro, que la televisión iba a acabar con el teatro pero no sucedió, entonces tampoco esto va a acabar con él, la relación personal es inimitable y no se puede sustituir”, dice Bonilla.

Tan no le teme que en la actualidad participa con dos montajes, los cuales fueron adaptados para presentarse vía on line, Cartas marcadas dentro del ciclo Cabarezoom del Teatro Bar El Vicio y Sobre el daño que causa el tabaco, de Chéjov, en las funciones digitales que ha organizado el Foro Shakespeare.

“Es aprovechar esta oportunidad que se abre, es algo que tiene un enorme futuro; pero acostumbrado como teatrero a que tengas 30, 300 o 1,200 espectadores, a la posibilidad de que tengas 50 mil o que te vean en Asia o España es abrumador, por eso hay que integrarse y aprovechar la experiencia”.

Al dar su primera función en esta modalidad la semana pasada, Héctor Bonilla explicó que ni él ni su esposa Sofía Álvarez se esperaban una reacción tan positiva y a larga distancia de las más de 100 personas que estuvieron conectadas.

“Para los militares, los políticos, los artistas el clap clap (aplauso) es un reconocimiento y gratifica la enorme vanidad que tenemos los actores. Llegó un momento que ese sonido era inusitado y nos llamó mucho la atención”.

Bonilla comenta que el trabajo que se tiene que hacer con las historias y los personajes antes de un estreno es el mismo que se necesita cuando se hace para el teatro, pero él tiene la ventaja de la experiencia que le dio le haber emigrado al cine y la televisión, ahora lo único que hizo fue adaptar esos lenguajes.

“Nos vamos adaptando como en todo. La gran dificultad de esto es que estamos desde casa por ejemplo, para hacer el monólogo de Chéjov mi mujer me maquilla mientras yo hablo de él y de su época, de los problemas que tuvo para hacer su obra y lo hago en la mesa del comedor; luego Sofía voltea la cámara y parece que es mi escritorio, donde yo voy a dar una conferencia en un teatro de Rusia; entonces es ingeniarte la manera”.

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