Conocí a Alejandro González Iñárritu en la WFM que dirigía Miguel Alemán Magnani y desde entonces le decíamos El Negro. Y es que güerito precisamente no es. También es cierto que desde entonces no ha dejado de sorprendernos como cineasta: Amores Perros, 21 gramos y Babel, en una primera etapa, hasta llegar de modo fulgurante a Birdman y ahora The RevenantEl Renacido— que le han valido inusitadamente dos Oscares consecutivos como mejor director.

Paradójicamente, en estos dos años recientes ha llamado también la atención un hombre con un apestoso zorillo en la cabeza, que se llama Donald Trump y que puede llegar a ser presidente de Estados Unidos. Magnate inmobiliario de origen ha basado su campaña republicana en un feroz discurso de odio y racismo a todo lo que México es y representa, incluido González Iñárritu; de quien el patético mister Trump dijo cuando los Oscares de Birdman: “no paraba de subir y de subir ¿se va llevar todo el oro? ¿Tan buena es la película? Yo no he escuchado eso”.

Apuesto a que ahora Trump debe haberse azotado como chirrionera —con el debido respeto a las víboras— cuando vio que El Negro ligaba su segundo Oscar y que, más el de Cuarón en 2014, ello representa tres odiosos mexicanos en obtener el Oscar en tres años consecutivos: México “está enviando gente con un montón de problemas, están trayendo drogas, el crimen y a los violadores”. ¡Hey, desquiciado, le faltó decir que también a los mejores directores de cine de su país!

Por ello no es casual que al recibir la celebérrima estatuilla Alejandro dijese: “Tengo mucha suerte de estar aquí esta noche; pero por desgracia, muchos otros antes no tuvieron esa misma suerte. Hay una frase en la película en la que Glass —el protagonista interpretado por Leonardo Di Caprio— le dice a su hijo mestizo: ‘ellos no te escuchan, sólo ven el color de tu piel’. Así que esta es una gran oportunidad para nuestra generación: liberarnos de todos los prejuicios, de ese pensamiento tribal y estar seguros, de una vez para siempre, de que el color de nuestra piel se convierte en algo tan irrelevante como lo largo de nuestro cabello”.

Decir algo así desde una tribuna donde te ven y te escuchan millones en todo el mundo y en un país donde un fanático fascista, nazista y kukuxklanero como Trump puede ser presidente, es un acto conmovedor, valiente y admirable que muestra a El Negro no sólo como un gran director de cine, sino como un hombre comprometido con sus causas y su tiempo.

Y es que Trump ha dejado de ser un mal chiste para convertirse en una horrible amenaza. Escribo esto sin saber los resultados del llamado Supermartes de ayer, con los que podría ser el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos. Y que muy probablemente se decida a la construcción de un muro fronterizo que, asegura, pagaríamos los mexicanos a través del chantaje de una guerra comercial.

El problema es que Trump tiene cada instante más posibilidades de ganar la candidatura republicana y tal vez la presidencia basado en una mala copia del discurso hitleriano de supremacía aria-blanca. Pero más grave aún es que no da la impresión de que el gobierno mexicano se esté preparando para soportar al menos cuatro años a este engendro demente y rabioso que quiere regresar a los tiempos del gran garrote.

Por eso, la petición sería al Presidente, su Cancillería, el Senado, la embajada y a todos quienes tienen que ver con nuestra política exterior: ¡No dejen solo al Negro!

Periodista

ddn_rocha@hotmail.com

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