¿Por qué Raúl Libién, alias #LordMeLaPelas, se asume un hombre tan poderoso, arrogante y prepotente?

En África dicen que se necesita de toda una comunidad para educar a una persona. Cabría añadir que también es una comunidad la que se precisa para envilecer a un ser humano.

Raúl Libién, quien ordenó a sus guaruras que golpearan a Arne aus den Ruthen —un funcionario de alto rango en la delegación Miguel Hidalgo— es un espécimen de nuestro zoológico. Inocente aquél que lo crea una excepción. Forma parte de una epidemia de arrogancia tolerada y aplaudida por muchos.

Tiene Libién los síntomas más agudos del mirrey mexicano y es que está protegido por una armadura sólida de impunidad que le permite situarse a kilómetros de los pobres mortales.

“Me pelas la verga”, insiste más de una vez mientras amenaza a Aus den Ruthen, mientras éste denuncia, vía Periscope, la presencia de varios carros de guaruras, estacionados ilegalmente sobre la banqueta de la avenida Reforma con estrobos luminosos exclusivos de la policía.

“Llévate mis coches pendejo, te los regalo para que te los metas por el culo”, remata el personaje en cuestión.

Seis días después el cuerpo de seguridad de Libién agredió al funcionario. Obedientes, los guaruras le subieron a un auto y ahí procedieron a cumplir las instrucciones recibidas por su jefe.

Habría sido difícil creer este desarrollo de eventos si Aus den Ruthen no hubiese filmado cada momento. Este funcionario denunció la arbitrariedad, con las pruebas en la mano, y sin embargo —pasados los días— resulta evidente que Libién tenía razón.

El poder conferido sobre este particular es superior al que poseen la inmensa mayoría de los mexicanos, Arne aus den Ruthen incluido.

¿De qué material está construida la armadura de la impunidad que protege a #LordMeLaPelas?

De todos los metales necesarios. Primero, es un hombre rico cuya fortuna proviene de hacer negocios con la política. Es el director del grupo de comunicación mexiquense conocido como Miled, cuya principal fuente de ingresos es el erario público.

Es gracias a los contribuyentes que este señor puede pagarse una guardia pretoriana como la que utilizó para agredir al funcionario de la delegación Miguel Hidalgo.

Cabe mencionar los espectaculares colocados sobre la carretera México-Toluca donde Miled, supuestamente, suele anunciar a los políticos que pagan su nómina mensual. Por ahí han pasado el presidente Enrique Peña Nieto, el gobernador del Edomex, Eruviel Ávila, y también el jefe de Gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera.

Segundo, no tiene mérito alguno en dirigir la empresa fundada por su padre. Se trata de un heredero frívolo beneficiado por el privilegio. Por ello es que el prestigio y el honor son términos que desconoce y también que no tiene reputación alguna que proteger.

Tercero, ha de creerse blindado por la amistad que existe entre su padre y el Presidente de la República. Y también porque puede llamar directamente al jefe de Gobierno de la capital para exigir el respeto a sus fueros.

Ayer anunció Miguel Ángel Mancera que después de este episodio hará un padrón de guaruras activos en la ciudad de México.

El evento merece algo más. Que se persiga penalmente al autor intelectual de la agresión —Raúl Libién, alias #LordMeLaPelas— y que se proceda de manera ejemplar en contra suya.

ZOOM: Lo que está en juego es más que una mera anécdota. Se trata de la vigencia de los privilegios feudales que algunos se esmeran en perpetuar al infinito.

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@ricardomraphael

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