En México hay ciudades con niveles de prosperidad que se ubican por debajo de los de África. Esto lo afirmó el año pasado el representante del Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos en México, Erik Vittrup, al anunciar la realización de un estudio sobre el nivel de prosperidad en 136 ciudades mexicanas.

No se equivocó. Datos contenidos en el documento El Estado de las ciudades de México y su relación con la prosperidad, realizado por ONU-Hábitat, revelan que las ciudades mexicanas son como máquinas descompuestas. Malos lugares para vivir. Todas ellas son desordenadas, desproporcionadas, dispersas.

La mayor parte de nuestras metrópolis fue reprobada en el Índice de Prosperidad de las Ciudades (CPI por sus siglas en inglés) diseñado por el programa.

El 77% de la población mexicana radica en 383 ciudades. El 60% de esa población vive en zonas metropolitanas o grandes regiones urbanizadas de más de un millón de habitantes. Se trata, por lo general, de una población de bajo ingreso: en esas metrópolis, seis de cada 10 empleos son informales.

Según el estudio efectuado por ONU-Hábitat, el patrón de ocupación territorial en ciudades mexicanas tiene una densidad promedio de 23 viviendas por hectárea, equivalentes a 83 habitantes por hectárea. Esto implica “un inmenso consumo de suelo, grandes cantidades de tierra vacante y el incremento del parque automotor, al crecer la distancia entre las funciones urbanas”.

En ese contexto, la movilidad y el transporte urbano son retos inmensos para las ciudades mexicanas. Los habitantes de menores recursos llegan a gastar hasta 50% de su ingreso familiar sólo en transporte. Según estimaciones, en la Zona Metropolitana del Valle de México se pierden 30 mil millones de pesos al año por deficiencias en el transporte de los trabajadores. Las ciudades no garantizan sustentabilidad económica, ni bienestar para los ciudadanos.

En todas las metrópolis mexicanas destacan las limitaciones para ofrecer a la población de menor ingreso suelo bien localizado y con acceso a los servicios básicos. Esto genera, afirma el estudio, otra constante nacional: la aparición de asentamientos irregulares, incluso en zonas de alto riesgo, lo que profundiza “los problemas de desigualdad socioespacial y los de sostenibilidad ambiental”.

México es ineficiente, por lo demás, para orientar el desarrollo urbano y controlar la expansión de las ciudades. El crecimiento desmedido de éstas favorece la segregación, agudiza la desigualdad, crea estructuras urbanas difusas “donde la provisión y mantenimiento de los servicios básicos y los equipamientos sociales son más costosos para los gobiernos locales y para los ciudadanos”.

En el estudio de ONU-Hábitat, el valor promedio de prosperidad de las ciudades mexicanas fue de 51.2, resultado que se considera “moderadamente débil”.

Fue una calificación excelente, sin embargo, si se compara con el nivel promedio de sostenibilidad ambiental (44.8) y las dimensiones de productividad y gobernanza, así como de legislación urbana: ambas obtuvieron 44.7 (se consideran “débiles”).

La dimensión de infraestructura fue la que obtuvo la valoración más baja: 41.9. A dicha dimensión la acompañan, en cuanto a pobres resultados, la movilidad urbana, la aglomeración económica y la gobernanza de la urbanización. Con todo, las dimensiones de equidad e inclusión social, y de calidad de vida obtuvieron resultados pasaderos: 69.5 y 61.5 respectivamente.

La ONU afirma que las aglomeraciones urbanas de menos de 500 mil habitantes tienen los niveles más bajos en el Índice de Prosperidad. La explicación es que las grandes aglomeraciones cuentan con mayores recursos, que les permiten atender proporcionalmente mejor a su población. Las ciudades pequeñas, en cambio, no cuentan con recursos iguales respecto al tamaño de su población.

Las calificaciones contenidas en el estudio señalan lo que debería considerarse prioritario en términos de políticas públicas para lograr ciudades más prósperas. Para que las máquinas descompuestas por la irresponsabilidad, la falta de planeación, los repetidos fracasos económicos, vuelvan a caminar. Y nosotros con ellas.

@hdemauleon

demauleon@hotmail.com

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