Al llegar a los primeros 100 días de su presidencia la relación con los medios se mantiene como la peor en la historia de Estados Unidos y la peor entre los países más desarrollados. El día uno de su presidencia, Donald Trump hizo una iracunda crítica hacia los medios acusándolos de mentir sobre lo que él percibía como los hechos de los que se debía informar. La cobertura informativa de su “Inauguration” lo enfureció, dijo que mentían los medios disminuyendo el número de personas que asistieron a su toma de posesión como Presidente, según él mucho mayor que la del presidente Obama. La información publicada no coincidía con lo que él esperaba que se dijera, una supuesta realidad que nunca pudo probar. Aquello se convirtió en un primer choque y derivó en una obsesión, abordó el tema en repetidas ocasiones ese mismo día incluso en el discurso de su primera visita a la CIA. El 16 de febrero, durante una conferencia de prensa afirmó que los medios son los “enemigos del pueblo.” A partir de entonces, ese es el trato que Trump da a la prensa en Estados Unidos, mientras llama a sus seguidores a no creer en los que dicen los medios, salvo excepciones, como la prensa escrita y electrónica más conservadora.

Otro hecho significativo para la relación de Trump con la prensa. Este sábado 30 de abril, Trump no asisitirá a la cena de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca, donde el Presidente participa como invitado de honor desde la década de los veinte del siglo pasado, tampoco los miembros de su administración asistirían. Ronald Reagan en 1981 no asistió al encuentro con los corresponsales de la Casa Blanca, se recuperaba del atentado que pudo haberle costado la vida, pero se las arreglo para hablar telefónicamente durante la ceremonia, entre otras cosas dijo “si puedo darles algún pequeño consejo, es que cuando alguien les diga que se suban rápido al carro, lo hagan…” La anécdota ilustra la importancia del convivio para el presidente, así como el tono afable en que normalmente se desarrolla. No es una cuestión menor que Trump no asista y que el vocero de la Casa Blanca Sean Spicer, diga que “no hay razón para que él asista, se siente y pretenda que esto fuera simplemente otra noche de sábado… la relación y la cobertura que hemos tenido, no creo que debamos disimularla.” Sólo Trump cuestiona a la prensa y a los periodistas públicamente, como institución, esa es la política que definió desde el primer día de su gobierno y que lleva adelante contra los “enemigos del pueblo”. Nunca lo hizo ningún presidente a pesar de confrontaciones tan grandes como fue el caso Watergate que a partir de la investigación periodística de Woodward y Bernstein en el Washington Post, que siguieron otros medios y luego del Congreso llevó a la renuncia del Presidente Richard Nixon.

Trump reitera su política frente a la prensa: privilegia la hostilidad sobre la cordialidad, no entiende a los medios como un factor para el fortalecimiento de la democracia, sino pretende ponerlos al servicio del poder del presidente para manipular y fortalecer su imagen y gobierno. . Los autócratas atacan a la prensa con intensidad, ésta por su parte adopta un tono de mayor oposición y fortalece la crítica.

Más allá de las tensiones políticas, los medios en Estados Unidos han jugado, por lo general, el papel que les corresponde y soportado fuertes tensiones. Pero nunca las presiones, acusaciones y desencuentros alcanzaron el nivel al que han llegado en la turbulenta era Trump, en los primeros cien días de su gobierno obsesionado por la “prensa negativa”. Las presiones a la prensa tienen un carácter distinto, no se imponen sobre un determinado medio y en una determinada coyuntura, sino que están dirigidos a todos los medios impresos y electrónicos especialmente a los más críticos y de mayor influencia. Una tensa relación entre el gobierno y la prensa puede ser la clave para salvaguardar principios democráticos, pero una situación en que la confrontación desemboca en el trato de “enemigo del pueblo estadounidense” no pretendería el diálogo tenso o franco, sino el enfrentamiento y eliminación de la información por los canales habituales y de su rol analítico y crítico ante la opinión pública.

La labor de los medios fortalece la democracia, son factor importante para que los políticos y en particular el Presidente rindan cuentas. Frente a la política de Trump, la prensa estadounidense está fortaleciendo su labor informativa, la verificación de los hechos, la opinión, la crítica en general y en particular de políticas que buscan imponer retrocesos sociales y democráticos A lo largo de sus primeros 100 días de gobierno Trump ha mantenido el peor enfrentamiento de un presidente de Estados Unidos con la prensa. ¿Récord de los 100 días? Lamentable, pero así es.

El “First Amendment” de la Consitución protege la libertad de religión, de expresión y de prensa. Jefferson decía respecto a la prensa: “nuestra libertad no puede ser garantizada sino por la libertad de prensa.” En una ocasión afirmó que preferiría “la prensa sin gobierno que un gobierno sin prensa.”

Periodista y analista internacional

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