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Vamos a dar por buena la versión del goleador. A validar que dos “golfas” le quisieron sacar dinero con unas fotografías. A ponernos del lado del “hombre ejemplar” que nos regaló el gol del triunfo contra Camerún en el Mundial de Brasil.
Ni con esa parcialidad pasa la narrativa con que Oribe Peralta mandó 13 meses a la cárcel a las hermanas Arlem y Mercedes Torres Ricarte por, supuestamente, tratarlo de extorsionar y sacarle medio millón de pesos. Las mujeres acaban de salir de la cárcel y las fotos no aparecen por ninguna parte.
Después del Mundial, agosto de 2014, con Oribe endiosado, se supo que en enero de ese año conoció a Arlem en una fiesta donde ella le habría tomado la nefasta foto. Oribe contaría que se le hizo una chava “agradable con la que intercambié números telefónicos”.
Pero en agosto, la “chava agradable” le habría dicho, palabras de Oribe: “Mira, cabrón, voy a ir directo al grano. ¿Te acuerdas que tengo unas fotografías tuyas? Así que no te hagas pendejo, quiero 500 mil pesos para no venderlas y que salgan en alguna revista o en la televisión”.
Oribe le habría pedido auxilio a su amiga Esther Shueke, quien el 20 de agosto citó a Arlem (quien a su vez llegó con su hermana mayor Mercedes) en el restaurante de mariscos Los Arcos de Insurgentes Sur. Era una trampa para que las detuvieran los agentes de la Procuraduría de Justicia del DF. Presto, el juez 69 de lo penal, Carlos Camacho Ortiz, les dictó el auto de formal prisión por extorsión agravada.
No se acreditó la existencia de la fotografía. Era la palabra de una estrella del futbol y de su amiga Esther, punto. Luego ocurrió lo de costumbre: la falta de pruebas, evidencias, etcétera, hasta que la juez 69, Ivonne Cortés, reclasificó el delito a extorsión simple, por lo que las hermanas se podrán defender en libertad. ¿Quién se hace cargo de esos 13 meses en Santa Martha Acatitla?
“El tal Oribe ni siquiera pudo referir el lugar y la fecha de la fiesta y aun así nos encarcelaron”, me dijo ayer Mercedes. “No porque sea una persona famosa se pueden pisar así los derechos de dos mujeres. Mancharon nuestros nombres y vamos a seguir en la lucha hasta demostrar plenamente nuestra inocencia”.
—¿Qué pasó entonces?
—No existe la foto. Mi hermana nunca la tomó ni lo llamó. Él fue él que la llamó. Él está acostumbrado a intercambiar teléfonos con chicas guapas y simpáticas, aun estando casado. Creo que por la vida disipada que lleva este señor trató de borrar quién sabe qué huellas. Mi hipótesis es que a Esther Shueke, que es su amante, le pidió que le ayudara a borrar los rastros de fotografías extraviadas que andan por ahí. Nosotros ni las tomamos, ni las tenemos ni sabemos de su existencia.
Parece una atrocidad, con un juez haciéndole favores a su ídolo. Parece el gol más horrible en la carrera de Oribe Peralta.
MENOS DE 140. Entre la gritería política, los médicos comienzan a abandonar Chilpancingo. Por las extorsiones, obviamente.
gomezleyvaciro@gmail.com