El recientemente concluido segundo periodo ordinario de sesiones del Primer Año de Ejercicio de la LXIII Legislatura (febrero-abril) arroja un resultado de claroscuros en el Congreso de la Unión en lo general, y en la Cámara de Diputados en lo particular, en un contexto complicado en la economía y en la seguridad pública.

En la Cámara de Diputados se aprobaron nuevos ordenamientos, entre otros: la Ley de Disciplina Financiera de Entidades Federativas y Municipios; la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública, la Ley Federal de Zonas Económicas Especiales y la Ley para determinar el Valor de Unidad de Medida y Actualización, derivada de la reforma constitucional referente a la desindexación del salario mínimo.

También cinco reformas constitucionales, en las siguientes materias: asilo y condición de refugiados; vigilancia del interés superior de las niñas, niños y adolescentes; para regular la atención a víctimas como materia concurrente; protección al ambiente; y autonomía de organismos estatales de Derechos Humanos.

Quienes integramos el Congreso de la Unión debemos atender las demandas ciudadanas, con base en un diálogo respetuoso, en un marco de pluralidad y diversidad representada a través de ocho partidos políticos. Tenemos que elaborar piezas legislativas que beneficien a la sociedad.

La Cámara de Diputados ha sostenido una estrecha relación con el Senado, lo que ha permitido que el Poder Legislativo robustezca su autonomía y clarifique la separación de poderes, en una dinámica de respeto y trabajo con el Poder Ejecutivo.

Sin embargo, quedaron pendientes temas que, al principio del periodo ordinario, en febrero, se anunciaron como prioritarios por las distintas fuerzas políticas y el propio gobierno y su partido, el Partido Revolucionario Institucional, como el uso medicinal de la marihuana, el Sistema Nacional Anticorrupción —el 28 de mayo es la fecha límite para expedir leyes secundarias—, la desaparición forzada y el Mando Policial Único.

Por ello, se debe continuar con el diálogo entre todos los grupos parlamentarios, de manera conjunta entre la Cámara de Diputados y el Senado de la República, para sumar voluntades y romper esta parálisis, que repercute en un descrédito ante la sociedad. Los problemas de México merecen atención inmediata y permanente; no pueden esperar.

En este sentido, los legisladores debemos dejar de lado intereses de partido o particulares y realizar el o los periodos extraordinarios de sesiones que sean necesarios, para atender los temas que le preocupan a la sociedad: la seguridad, el combate a la corrupción y el mejoramiento de la economía, entre otros.

Nota: Expreso mi orgullo y compromiso por pertenecer al Partido de la Revolución Democrática, que desde hace 27 años (hoy en su aniversario) ha hecho enormes contribuciones a la vida política de México, desde la izquierda progresista.

Presidente de la Cámara de Diputados

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