Si volvemos la vista atrás, un año tan sólo, la candidatura de Donald Trump no sólo parecía una mala broma, sino incluso un “detalle” que haría interesante el aburrido proceso en el que parecía que un Jeb Bush ─y luego el propio Cruz─ sería candidato fácilmente.

Frases como la acuñada por la Cadena CNBC “Trump no va a ganar, pero sí, importa”  o tratándolo como un payaso pasarán a la historia como parte del análisis más sorprendentemente erróneo sobre las primarias republicanas. Se aseguraba que perdería, no sólo por su falta de experiencia, sino sobre todo por su ignorancia en los temas más importantes. Muchos aseguraban que Trump reventaría una vez iniciados los debates republicanos al enfrentarse a políticos mucho más experimentados… Sin palabras. Visto en retrospectiva, de poco les sirvió a aquellos su experiencia y de mucho a Trump su inexperiencia.

El ascenso de Trump fue imparable, como espuma, despertando los sentimientos más profundamente xenófobos insertados en una clase socio-económica marginada que ve, como principales responsables de su fracaso, a los migrantes mexicanos.

Hace unos meses les decía en este mismo espacio que “Trump ha demostrado tener detrás de sí una estrategia inteligente que ha sabido utilizar el discurso xenófobo a su favor para ganar espacios. Su estilo grosero que aparenta fuerza y decisión ha convencido a una parte de la sociedad estadounidense que se siente desplazada y amenazada y que por muchos años ha culpado a la inmigración de ser la fuente de todos sus males”.

Hoy, la renuncia de Cruz, el triunfo de Trump en Indiana, no sólo deja abierta la puerta de par en par para la nominación republicana de Trump, pone en entredicho a todos los que aún ante esas evidencias piensan que su triunfo y su posible llegada a la Casa Blanca son poco menos que imposibles.

El triunfo de Trump es una posibilidad que no puede desecharse de manera tan simplona, el riesgo es muy grande para volver a cometer ese error. En un juego electoral que podría poner en riesgo la democracia misma, la democracia debería poder tener formas de defenderse de intentos fascistas y autoritarios como el que se puede presentar para Estados Unidos, para México y para el mundo.

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