Por Omar Torres*

En estos días el instituto Reuters para el Estudio del Periodismo (www.digitalnewsreport.org/) publicó un estudio donde muestra como el uso de las redes sociales por parte de los lectores de noticias, afecta el modelo de negocio de la distribución de información.

Las cifras son claramente desalentadoras para los medios tradicionales de información.

Sin embargo, pareciera que, a pesar de todo lo que se ha escrito al respecto en todo tipo de medios electrónicos, se sigue confundiendo la plataforma con el contenido.

Hasta el cansancio se ha dicho que los medios tradicionales de información deben cambiar su modelo de negocio.

Y como muletilla que se vuelve a repetir en este estudio, se sugiere ser más “creativos” tanto en la difusión de información como en el modelo de negocio.

Si algo es recurrente en la autocrítica de los medios de información es el uso de eufemismos, y lo de ser “creativos” no solo se antoja redundante, sino que además lleva consigo la sospecha que hay muchas palabras que antes de ese adjetivo podrían decirse, pero se prefiere omitir.

Si los medios vislumbran cada vez más claramente el borde del precipicio, quizás sea la hora de regresar a los fundamentos de una profesión que por mucho tiempo mantuvo un prestigio casi indiscutible.

En un mundo donde los escándalos de corrupción van de las grandes corporaciones deportivas hasta los gobiernos que otrora se creían intachables, pasando por una violencia desatada contra inmigrantes, mujeres indefensas, prelados cuestionados por las mismas esferas tanto de su grey como de sus propias autoridades, y dudosos motivos para iniciar guerras en suelos extranjeros, da la impresión que no es tan difícil publicar noticias e investigaciones que a la gente realmente le interesen.

Mucho más allá de la utilización de las redes sociales, de la comunicación masiva a través de billones de fotografías, de las tabletas, los teléfonos inteligentes y los relojes que nos dicen hasta cuando nuestro corazón sufre una arritmia, el público en general está ávido de recibir noticias.

De las reales, las que le puedan dar un contexto verdadero de lo que afecta el día a día de cualquier ciudadano.

Y para eso, antes siempre se confiaba ciegamente en los periodistas y sus medios de información.

Si hoy es más importante saber cuando una celebridad se ha borrado un tatuaje de su cuerpo que entender las marañas del poder que han llevado a un cambio climático que hace peligrar el planeta, la responsabilidad no puede recaer en la supuesta frivolidad de los lectores, sino más bien en un equívoco modelo de negocio que enaltece la superficialidad y se olvida del derecho de la población a estar informada.

Las noticias están allí, solo hay que salir a buscarlas y difundirlas pensado en el lector más que en los problemas legales por haberlas difundido.

Reacios siempre a mirar hacia atrás en un mundo que duplica su velocidad de interconexión cada 18 meses, es difícil detenerse a pensar con la cabeza fría.

Pero quizás sea el momento de traer de regreso las viejas recetas que hicieron tambalear incluso a presidentes de los países más poderosos del mundo.

Nosotros, los fotoperiodistas, tampoco podemos escapar a esta realidad. Nuestra contribución debe ser una búsqueda incesante de las noticias que más impactan a las sociedades, para mostrarlas de la manera más estética o más cruda posible.

Quizás el modelo de negocio más apropiado para estas épocas sea esta metodología, aquella con la que se difunden noticias que afectan directamente a los seres humanos que, día tras día, sufren las injusticias de cualquier tipo de poder. Ser más “creativos” suena muy interesante para los oídos de quienes le temen al compromiso.

Si llamamos las cosas con su reales nombres y regresamos a un periodismo valiente y comprometido, quizás la difusión de noticias vuelva a tener el prestigio que la enalteció en el pasado.

La población en general necesita saber lo que realmente está ocurriendo y obtener de primera mano información detallada, exclusiva y profunda de los acontecimientos, sin importar el valor monetario que deba pagar para obtenerla, ni tampoco las plataformas que use para acceder a ella.

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*Omar Torres Nacido en 1956, ha trabajado como  fotoperiodista en periódicos, revistas,  agencias locales a internacionales de noticias. Desde 1985 se desempeña como jefe de fotografía de la Agencia France Presse en sus oficinas en México.

Durante su carrera como fotoperiodista ha participado en numerosas exhibiciones en diferentes países del mundo como Visa pour l'Image o Picture of the Year.

Ha cubierto eventos internacionales como la Guerra de las Malvinas en 1982, entre Argentina e Inglaterra. Diferentes conflictos sociales y políticos en Norte, Centro y Sudamérica. Ha participado en ocho mundiales de futbol, seis olimpiadas y muchos otros eventos deportivos de carácter internacional.

Sus trabajos han sido publicados por los más importantes periódicos y revistas como Paris Match, The New York times, Los Angeles Times, Der Spiegel, así como en libros sobre técnicas y composición fotográficas y fotoperiodismo.

Actualmente imparte talleres sobre fotoperiodismo, edición fotográfica y técnicas digitales relacionadas con el fotoperiodismo.
 
Premio a la excelencia en Picture of the year (2008) en Olympic Features.

Algunos de sus trabajos han sido publicados en los libros “Teoría de la imagen Periodística”, de Lorenzo Vilchis,  “ Autoretratos del Periodsmo Mexicano” de Luis Jorge Gallegos, “la Rebelión de las Madres” de Ulises Gorini y también han sido  exhibidos en el Museo Nacional  Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, dentro de la exposición "Perder la Forma Humana" .
 
www.omartorres.net

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