El Boeing 777 suele aterrizar a una velocidad de 260 kilómetros por hora, y Verónica Cervantes es capaz de controlarlo. Este avión —el más grande de la flota de Aeroméxico— pesa 287 toneladas y alcanza una velocidad máxima de 950 kilómetros por hora. Fue el aparato que en agosto pasado realizó lo que han llamado un “vuelo histórico”, con esta mujer de 56 años como capitana, dos mujeres copiloto y 10 mujeres más como parte de la tripulación.

Ha sido el primer vuelo transcontinental de la aviación mexicana operado por una tripulación completamente femenina.

El vuelo AM098 dirigido por Cervantes partió del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) hacia Shangai, China, un destino que requirió más de 15 horas de vuelo.

Dicen que los pasajeros aplaudieron cuando la capitana informó, antes de despegar el vuelo AM098, que se trataba de un viaje absolutamente tripulado por mujeres.

Lo han llamado “vuelo histórico”, pues no tiene antecedentes en la trayectoria de la aviación mexicana.

Verónica Cervantes quien se encargó de planear y organizar este viaje cuando en abril de 2015 ascendió a la jefatura de pilotos del Boeing 777.

“El equipo estaba formado. Pensé que sería una buena oportunidad tener un vuelo 100% de mujeres, pues se dieron las condiciones. El próximo reto es repetir la experiencia, con la misma tripulación de 13 mujeres, pero ahora cruzando el océano Atlántico”, refiere.

En un comunicado de Aeroméxico se informó que se busca reforzar valores como la equidad de género; por la conmemoración hoy del Día Internacional de la Mujer se harán cuatro vuelos más a Estados Unidos, México y dos destinos de Europa, con toda la tripulación de mujeres en cada uno de ellos.

El vuelo rosa

Lo han llamado también “el vuelo rosa”, término con el que la capitana Cervantes no coincide, pues “yo no conozco el ser hombre, me han entrenado para estar sentada aquí y dar lo mejor de mí”, dice Verónica, esposa y madre de dos hijos, colocada en su asiento de capitana mientras explica a EL UNIVERSAL algunas de las funciones de los cientos de aparatos que la rodean en cabina. Con una trayectoria de 34 años en la aviación, se inició como primera oficial o copiloto en 1981 y fue también comandante del DS9.

Ascender a capitana la llevó a volar el McDonnell Douglas (MD80); y el Boeing 777, el avión más grande operando en México de la aerolínea antes referida.

“No ha sido fácil; ascendí escalafón a escalafón como lo hacemos todos los sindicalizados, completé cada examen a los que somos sometidos como pilotos sin pensar nunca en mi género en particular. Durante el proceso fui la primera mujer piloto en ser madre en la aerolínea”, evoca en entrevista.

—¿Cuáles han sido los desafíos más importantes de su profesión?— se le pregunta mientras las turbinas del Boeing 777 comienzan a sonar. Esta aeronave suele aterrizar a una velocidad de entre 250 y 260 kilómetros por hora.

—Sólo he tenido un par de sustos, el mayor fue cuando al aterrizar en Ciudad Obregón se me fue el sistema hidráulico del DS9; en otra ocasión durante una tormenta muy fuerte en la Ciudad de México nos cayó un rayo, y todo se puso muy obscuro, fue como si nos hubieran dado un palazo, no sabíamos qué estaba pasando; es en esos momentos de emergencia cuando te das cuenta de la importancia de los adiestramientos, pues estos, por fuertes y estrictos que sean, dan fruto.

La capitana asegura haber alcanzado el más alto nivel en cuanto al escalafón sindical, por eso al terminar su permiso contractual volverá a la “línea”, es decir, regresará a ser un piloto más. “Seguiré en el Boeing 777 hasta que se termine mi permiso contractual, para después regresar a la línea”.

Se olvida el estrés

Fue la copiloto Genoveva Leipold quien se sentó a la derecha de la capitana Cervantes en el vuelo AM09. Ella es primer oficial del Boeing 777 y ejerció como tal en el vuelo hacia Shangai, China. Es quien asiste al comandante en todas las funciones del vuelo. Desde su asiento comenta que la cabina es para ella “como un santuario. Aquí por extraño que parezca olvido hasta el estrés”.

También llamada copiloto o segundo al mando, Genoveva está calificada para operar la aeronave en todas las fases del vuelo, incluidos los despegues y aterrizajes.

“Cada quien tiene asignado su trabajo específico en cabina según su área de especialidad, pero también fungimos como pilotos de refuerzo. Siempre debe haber dos pilotos en la cabina”, explica la primera oficial a quien también llaman “capitán”.

Por situaciones ajenas a ella, y más como una imposición, estudió y completó la carrera de medicina, pero un día anunció a su familia que sería piloto, y también completó esta segunda carrera. “Para mí lo que llaman vuelo histórico [tripulado sólo por mujeres] fue un vuelo normal, el mismo compromiso, igual a los demás que hemos realizado; yo no distingo.

Lo excepcional fue que se trataba de la primera vez que íbamos sólo compañeras mujeres, y en este sentido fue un orgullo y un honor”. Su siguiente meta es llegar a ser capitana.

En el AM093 con destino Shangai, la capitana Verónica Cervantes y las copilotos Genoveva Leipold y Miriam López fueron asistidas por un equipo de 10 sobrecargos: Blanca Austria, Sara Bautista, Ofelia Castillo, Alma Heredia, Martha Jiménez, Sandra Monroy, Alejandra Mercado, Gloria Peralta, Sandra Pichardo y Blanca Estela Taylor.

A su regreso, el secretario general de la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación de México (ASSA), Ricardo del Valle, les dio la bienvenida en Twitter.

“Buen vuelo de regreso a casa para la tripulación del primer vuelo histórico transpacífico de Aeroméxico tripulado por mujeres”, publicó el líder sindical en esta red social.

El objetivo de la empresa es que estos vuelos sean más cotidianos, pues cuentan con el personal femenino calificado para ello.

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