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A un año de contraer matrimonio con otro reo también de alta peligrosidad, a la Mataviejitas se le acabó el amor.

En junio de 2015, Juana Barraza Samperio se casó con un interno de nombre Miguel Ángel.

Así lo relató la vicepresidenta de la Comisión Especial de Reclusorios de la Asamblea Legislativa, Rebeca Peralta (PRD), quien visitó a la mujer quien se encuentra recluida en el Centro Femenil de Readaptación Social de Santa Martha Acatitla y es vinculada en por lo menos 48 asesinatos de mujeres de la tercera edad.

De acuerdo con la asambleísta, la Mataviejitas sólo sonríe cuando se le pregunta sobre su matrimonio, y asegura que la idea del amor se esfumó cuando comenzó a tener contacto físico y de manera frecuente con su esposo, pues no lo conocía en persona hasta el día que firmó su acta de matrimonio.

“Dice que el amor se le acabó, que los hombres son muy desgraciados, y sólo eso. N o habla más, se ríe, se carcajea mucho cuando habla de ese tema”, comenta la diputada.

La historia de los internos, platica Peralta, comenzó desde las ventanillas del penal femenil y el patio, donde por medio de señas hicieron su primer contacto visual la Mataviejitas y Miguel Ángel, ahí ambos pensaron encontrar a su pareja ideal.

“Desde ahí se hablan entre los internos e internas, así se conocen, luego me parece que comenzaron a escribirse cartas porque no pueden visitarse sino tienen un vínculo matrimonial. Después de las cartas se pidieron, él le pidió matrimonio a ella, y aceptó”, dice.

Al momento de casarse fue la primera ocasión que Barraza Samperio besó a su esposo y de ahí ya pudieron tener visitas de manera oficial, pues lo permite el reglamento, pero tal parece que la relación no funcionó y ella exigió el divorcio inmediato.

Según fuentes de la dependencia, el intercambio de cartas fue constante y ambos se “pidieron” en el año que estuvieron casados apenas en tres ocasiones donde apenas estuvieron como 40 minutos a solas.

“Estábamos viendo la posibilidad de ayudarle con el trámite, pero me notificaron que ya se divorció. Ella está muy bien, no creo que le afecte”, sostiene la diputada.

Según el archivo criminal de la Mataviejitas, empezó a delinquir a finales de los 80 con robos menores. Su primer asesinato fue a fines de los 90 según ha narrado a las autoridades, sin embargo los homicidios seriales a personas de la tercera edad empezaron a documentarse hasta el 2003.

En 2008 fue sentenciada a 759 años y 17 días de prisión por 17 homicidios y 12 robos. La Matavejitas ocupa su tiempo cocinando, pues de lunes a miércoles vende tacos de guisado dentro del penal. Los prepara de cochinita pibil, que es su especialidad.

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