Es un viernes sobre el número cinco del Paseo de Eduardo Dato en la ciudad de Madrid mientras Manuel Domínguez Carrete, chef propietario del Restaurante Lúa, vestido de una playera diseñada por él donde expone la emblemática calle Abbie Road que popularizaron Los Beatles, muestra a la vez su sello relajado y creativo. Después de 11 años de trabajo, recibió la primera estrella Michelin; un premio que cayó sorpresivamente para un restaurante  que satisface al cliente con la dualidad precio-calidad.
“Yo creo que como todo el mundo que hace un tipo de cocina, envidias a los que se la dan, sana o insana, pero no deja de ser envidia. Piensas, ¿qué se ha de sentir cuando te la dan? Yo sentí una cierta ilusión, cierto subidón de ego durante una hora. Pero sobre todo me alegré por mi gente,” relata Manuel Domínguez Carrete sobre el día que se enteró que su restaurante entraba a las grandes ligas, con una estrella en la última edición de la Guía Michelin. También enfatiza que su alegría se transmitió a la gente que trabaja con él. 
El menú de temporada se acompaña de ingredientes provenientes de Galicia. No faltará el pulpo a feira  y es un éxito en las cenas y comidas privadas que el chef tiene con clientes. Lo mismo es su  carne ó Caldeiro, uno de los platillos más elogiados en la historia de Lúa. “Por eso creo que esta mezcla de influencias y de fusiones en la cocina, nos hace olvidar un poco de lo que es la sutileza y la elegancia. Lo comparo a veces con el buen vestir de una mujer; una mujer va nada más con una tela y una joyita, y es la más guapa del evento… No por ser complejo un plato tiene que estar mejor y la novedad no tiene que vender siempre,” comenta el chef de Lúa.

Sello distintivo
Manuel Domínguez Carrete se describe como un romántico a quien le engrandece el cariño por las personas y las cosas. Se hizo responsable del diseño del restaurante y así como definió su espacio y  su cocina, el chef de Lúa decidió realizar una sinergia con la bodega Coto de Gomariz (D.O. Ribeiro) para ofrecer al comensal vinos de la casa de alta gama.
“Me daba un poquito de rabia que siempre los vinos de la casa fuesen vinos más baratos y generalmente de calidad deficiente. Soy un enamorado de mi tierra, Galicia; quería potenciar los vinos gallegos, tanto blancos como tintos. Hemos sido pioneros en hacer un vino gourmet, a través del restaurante que es nuestro foco de ventas,” confiesa Manuel.
El vino blanco se llama A Tiro Fijo, es un blend hecho con cepas autóctonas: Treixadura, Godello, Albariño. Loureira, el que se reconoce su interesante nariz, tiene una producción anual de dos mil botellas; al igual que el tinto que presenta mucha fruta roja con un toque de regaliz. “Considero que estos vinos van a mejorar en tres o cuatro años, la evolución viene grande,” comenta emotivo el chef.
Y al hablar de evolución, el chef del restaurante Lúa se observa en un futuro buscando la autogestión sin dejar de crear cosas pues concluye diciendo: “Creo que Dios me ha dado una capacidad para poder llegar donde estoy. Estoy orgulloso de ello, es verdad, pero sé que tengo que dar un paso. Cada año acabo más cansado; entonces tengo que levantar el pie del acelerador. Crearé cosas, pero siendo alguien que  observa y dirige.”

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