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Fue tratado como ‘rock star’ y contestó a la altura. Justo antes de enfilarse al camerino, con el júbilo marcado en el rostro, Ignacio Ambriz agradeció las loas a ese pueblo que se ha ganado con base en resultados.

Ninguno como el de ayer. La victoria en el Clásico Joven (2-0) ha dado al director técnico del América la paz que tanto añoraba.

De extraño en el club azulcrema a hombre capaz de hacer realidad los sueños de un pueblo habituado a la bóveda celestial. Quinto triunfo consecutivo en el Apertura 2015, séptimo si se toma en cuenta la Liga de Campeones de la Concacaf. Rendimiento que tiene a ese ermitaño en un lugar especial dentro de los corazones amarillos.

Porque sufre en soledad. Quedó claro durante esos minutos en los que el Cruz Azul soñó con la igualada debido al ímpetu y la concentración de José de Jesús Corona, quien volvió a jugar con los sentimientos celestes.

Dos de sus atajadas mantuvieron la desventaja en un tanto... Hasta que volvió a sucumbir en la batalla de los sentimientos. Francisco Javier Rodríguez ya había llegado a la cobertura en aquella jugada con Darío Benedetto, pero el meta se precipitó y facilitó la definición al principal depredador visitante, quien finiquitó el duelo (74’).

Nueva daga en los lastimados corazones de sangre azul, sobre todo el de Sergio Bueno, a quien no sirvieron los cambios en la alineación. Cuarta derrota en fila de La Máquina, racha que no vivía desde hace 11 años. Es obvio, su puesto está en riesgo.

Esos son los actuales Cementeros: un equipo que ofrece resistencia y hasta amaga con asestar un buen golpe, pero siempre se las ingenia para desilusionar a quienes todavía le creen.

Lo que explicó las interminables lágrimas que recorrieron las mejillas visitantes. Terminó la cadena de imbatibilidad, frente al más acérrimo de los rivales, en la antigua Ciudad de los Deportes. Las Águilas no se llevaban todo el botín del estadio Azul desde hace seis años.

Alargaron su buen momento y acentuaron la crisis de una institución resquebrajada, divorciada de su gente. Los gritos de “¡Fuera Bueno, fuera Bueno!” ya son costumbre, pero esta vez hubo improperios hacia el palco en el que la directiva celeste sufría el revés. Estampas que ni siquiera pudieron ser escondidas por el júbilo de los seguidores americanistas, quienes gozan la actualidad propia y el lamento del adversario, cuyo deseo no bastó. Fue muy poco ante futbolistas que juegan a ojos cerrados. Lo presumieron con la jugada que terminó en la primera anotación.

Osvaldo Martínez no necesitó levantar la cara para saber que Paul Aguilar se movería para completar la pared. El seleccionado mexicano apareció sin marca en el área, frente a los congelados zagueros cementeros, y sirvió la pelota a Oribe Peralta. Lo demás, simple rutina para el lagunero más lagunero (47’).

Gol catártico. Fernando Belluschi por fin debutó con los Cementeros. Christian Giménez y Jorge Benítez también ingresaron. Modificaciones estériles.

El marcador no fue más abultado por el amor propio de la versión lúcida de Jesús Corona, así como la clemencia del ‘Cepillo’ Peralta y el ‘Pipa’ Benedetto, quien marcó por sexto juego consecutivo de Liga. Toda una marca para las Águilas del América en los torneos cortos.

Ambriz, poco a poco, construye la suya. Es por eso que el pueblo azulcrema ya le quiere. Ha cumplido con el americanismo: derrotar a uno de sus adversarios más enconados... Y hasta acentuar su crisis, porque no sería raro que, tras la fecha FIFA, el Cruz Azul estrene director técnico. Mauro Camoranesi parece la opción.

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