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Un meteorito cae sobre la Tierra y todo cambia. Llega el caos y la muerte. La podredumbre de una sociedad sale de las alcantarillas, de las oficinas de funcionarios, de las calles, de un teatro de ópera, de la televisión. En medio del desastre un periodista y novelista, Lautaro Simard, emprende una batalla contra el destino. La pandemia zombi amenaza al Distrito Mexicano, una ciudad de un país que, sin saberlo, se ha condenado a punta de impunidad, corrupción e indiferencia. Así arranca la segunda novela de José Noé Mercado, Apocalipsis Zombi. La pesadilla está por comenzar.

El periodista y crítico musical, especialista en ópera, aborda una historia que va más allá de la cultura pop, del gore y la sangre, de los zombis hambrientos de carne viva, en la que convoca en medio de muertos y explosiones a una reflexión sobre los códigos de una sociedad.

“Me interesaba mucho plantear un escenario caótico muy espectacular que estuviera ubicado en la Ciudad de México porque creo, en este sentido, no ha sido usada en la literatura. Quería construir personajes muy latinoamericanos, con nuestra idiosincrasia, capaces de sacar el humor en momentos muy terroríficos, de usar una coraza cuando algo se nos viene encima. Y me interesaba hacer una reflexión de la sociedad que se enfrenta a algo tan terrorífico como los zombis, entendidos como una amenaza que no sólo atentará contra la vida, también contra el orden, la cultura, sin razón alguna. Y es que hoy no basta con ser un buen ciudadano, una buena persona, hoy pese a todo tenemos que luchar por sobrevivir”, explica el escritor en entrevista.

Mercado divide la novela en ocho temporadas, como en la estructura de una serie de TV; cada capítulo tiene el título de una canción a modo de banda sonora, que cuenta con un código QR para poder acceder al video del tema en la página de YouTube. El tono de la novela se mantiene vertiginoso en la mayoría de los episodios, aderezados con referencias literarias, videojuegos, películas y serie de TV.

Así, Apolipsis Zombi apuesta a ser una novela que puede leerse como si se tratara de una ambiciosa producción televisiva, en tiempos en los que los guionistas se han convertido en los grandes contadores de historias. Y, refiere, le encantaría que fuera llevada a la pantalla.

“Fue irresistible jugar a que tenía mucho presupuesto que me permitía usar a la Ciudad como un personaje más, hacerle un homenaje a esos lugares que son emblemáticos y usar incendios, aviones, meteoritos, persecuciones y grandes balaceras. Me di cuenta que este género le gusta mucho a los lectores jóvenes porque tienen la posibilidad de ganar pese a estar un contexto muy adverso, a diferencia de la vida real en donde las políticas públicas los han dejado de lado”, advierte.

La novela, reconoce, podría considerarse como un libro de iniciación para los jóvenes, pero advierte que no ha sido condescendiente ni en el lenguaje ni en las críticas a la sociedad ni a sus gobernantes. “Me he referido a las incertidumbres, porque hoy podemos escuchar 'verdades históricas' que no coinciden con nuestra percepción de la realidad, de nuestros propios amigos, de nuestras autoridades. Nos estamos enfrentando también a una sobre información de pequeñas verdades o verdades a conveniencia de una sociedad; así que la gente que consume cine, cómics, libros, medios de comunicación, que está interconectada, tiene tantos discursos contrastantes que debe salir a buscar su propia verdad. Esta experiencia de vida es muy contemporánea”.

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