En un entorno tenso aflora lo mejor o lo peor de quien lo resiente. López Obrador no las ha traído consigo, quien enarboló la bandera de lo impoluto ha sido señalado de ser uno más en la larga cadena de manchas que distingue a las autoridades.

Todo inició con la acusación del ilícito financiamiento de sus campañas, a partir de esto se creó un movimiento en redes sociales, luego, The New York Times, quizá el diario más prestigiado del mundo, difundió información que lo implica con el narcotráfico. El golpe fue certero. Enfureció y con ello sus actos fuera de lugar.

La acusación es grave por diversos motivos, de ser verdad, la intromisión de lo ilegal habría llegado al más alto nivel, entonces ¿cuándo derrotarán a los capos? Nunca, de hecho estaríamos en sus manos. Analizado desde la perspectiva discursiva se hunde la tesis del abatimiento a la corrupción, al contrario, persiste con mayor ahínco y costo por las miles de vidas que se han perdido en un sexenio pintado de rojo.

Pasando al enfoque intervencionista habría que indagar la fuente, si bien la administración de Biden negó reiteradamente que hubiese una pesquisa en curso, no desmintió la existencia de los datos, lo que revela el enorme poder de los enemigos que trae encima López Obrador, no lo ocultan, van por él.

Sumado a estos acontecimientos, se dieron las multitudinarias manifestaciones de la sociedad civil que le expresó su enojo, mostró su músculo y conquistó las calles en 120 ciudades; los eventos siguieron, la procaz confesión de López Obrador de haber terciado al Judicial en la época de Arturo Zaldívar, pulverizando el vital atributo de un Juez: su autonomía. El colmo estalló el viernes cuando dijo que por encima de la ley está su imperio moral, ¿para qué el derecho, los jueces y los legisladores? él decide lo que es bueno y lo que es malo, sin duda la decadencia total. El broche de oro fue el domingo, otro importante diario The Wall Street Journal, en un extenso artículo, advierte que la estrategia de ‘abrazos no balazos’ fue un fiasco, reportando una penetración del crimen en prácticamente todas las instancias locales de gobierno, al pueblo que dice amar lo dejó al garete en un mar de sociópatas.

Un desastre. Pésima semana para la Nación.

El monstruo de la deshonestidad lo tiene acorralado, el grado de presión al que está sometido lo rebasa, no se detiene, reacciona agrediendo a las instituciones, vilipendia los pesos y contrapesos, sin razonar que son valores decididamente inversos al insulto y absolutismo que practica.

La política se ejerce a través de grupos, en su interior convergen ideólogos, operadores y tribunos, discuten, se debate y las decisiones las conciertan, la finalidad es darle coherencia, permanencia y rumbo a cada proyecto, ¿los de morena dónde están? ¿a quién escucha el Presidente? Lo dejaron solo.

El peor enemigo de López Obrador es López Obrador, somos testigos de cómo la República se le desmorona en sus manos en perjuicio de todos, incluidos los suyos, ante eso es imposible defender lo indefendible, se impone que le pintemos raya, por los principios supremos que nos unen como la democracia y la libertad; los de ahora son momentos aciagos para la Patria, hay que cerrar filas en torno al país, sin distingos, todos somos mexicanos con un deber superior, abandonar a su suerte a quien no lo entiende y quizá nunca lo entendió.

Vaya forma de terminar el sexenio.

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