San José.— Al describir que respeta su rito diario de levantarse y acostarse pensando en la paz mundial, el diplomático argentino Rafael Mariano Grossi, director general del (OIEA), advirtió que sin dramatizar “o sembrar el pánico”, y ante las pugnas del panorama global, “no nos estamos alejando de un conflicto nuclear: acaso nos estamos acercando”.

En una entrevista exclusiva el jueves anterior con EL UNIVERSAL al cumplirse, la víspera, 26 meses del estallido de la guerra en Ucrania por la invasión de Rusia (24 de febrero de 2022), Grossi narró que la crisis internacional se agudizó por el agravamiento bélico entre Israel y la organización terrorista Hamas en Palestina desde octubre de 2023 y los renovados choques este año de las fuerzas israelíes con Irán.

De 63 años, politólogo, director general adjunto de la OIEA de 2010 a 2013, embajador de Argentina en Austria de 2013 a 2019 y, desde el 3 de diciembre de 2019, jerarca de la agencia, que integra el sistema de la (ONU), recalcó que en Ucrania “ha habido un agravamiento” del “riesgo” de un accidente nuclear.

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Ucrania registró 15 centrales de energía atómica y con Zaporiyia, en el este, como la más grande de Europa y ahora en poder de Rusia.

Como primer latinoamericano en la más alta posición de una instancia que, como el OIEA, es crucial para la paz, destacó que América Latina es “continente de paz” y aseguró que la “voz” de México es “indispensable” para el planeta.

El Tratado para la Proscripción de Armas Nucleares en América Latina y el Caribe o Tratado de Tlatelolco fue suscrito en México en 1967 y entró a regir desde 1969, recordó.

La siguiente es la entrevista de Grossi con este periódico:

En diálogo con EL UNIVERSAL en abril de 2022, usted alertó de la extrema gravedad en Ucrania. En 2023 se complicó el Oriente Medio. ¿Empeoraron o mejoraron las cosas en el mundo en términos nucleares?

Observamos el reflejo del evidente aumento de tensiones políticas internacionales. El tema no es nuclear: lo nuclear es sintomático de tendencias profundas que se manifiestan en varias regiones, como Oriente Medio, la guerra Ucrania—Rusia y otros lugares en donde los conflictos hacen un uso deliberado del factor nuclear, amenazando con el uso eventual de armas nucleares o en un conflicto con una central nuclear de fines civiles, como Zaporiyia.

Más allá de lo nuclear, esto refleja el incremento de la conflictividad internacional. El papel de la OIEA es mitigar esos riesgos y es lo que hemos hech0 en Irán, Ucrania y es una tarea muy compleja y delicada.

¿Qué opina que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, alertó este año del riesgo real de guerra nuclear si las tropas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), músculo militar de Occidente, se involucran en la guerra en Ucrania?

Más allá de lo dicho por Putin, está claro que una escalada del conflicto en Ucrania, de suceder que se involucraran directamente potencias de la OTAN, evidentemente no es de descartar que hubiese una derivación hacia el uso de las armas nucleares. Esperamos que esto no sea así, obviamente.

Creo que el conflicto presenta aristas de confrontación que, si bien es indirecta (entre la OTAN y Rusia) y aún es indirecta, podría derivar en alguna confrontación directa y esto es lo que hay que evitar a toda costa. Por lo tanto, en el riesgo del plano teórico existe y es por esto que se debe avanzar a una lógica de desescalada y de paz.

Usted alertó en septiembre de 2022 ante el Consejo de Seguridad de la ONU que “estamos jugando con fuego y algo muy catastrófico podría ocurrir”. ¿Esto cambió?

Eso lo volvería a decir. Me cita en septiembre de 2022. Lo puedo llevar a abril de 2024, cuando llevé al Consejo de Seguridad el mismo mensaje y aún más alarmado, porque fue por el ataque directo el 7 de abril de 2024 a Zaporiyia. Una serie de drones de cargas explosivas impactaron distintos lugares dentro del perímetro de esa central. Por lo tanto, ha habido un agravamiento en ese sentido del riesgo de un accidente nuclear.

El escenario presenta enorme complejidad. Más que pesimista u optimista, soy objetivo. La objetividad me lleva a una lectura acompañada de iniciativas y acciones. El OIEA no es observador pasivo de lo que pasa: es observador presente, actuante y trata de reducir los riesgos de conflictividad nuclear y de los accidentes nucleares.

Junto a esos riesgos crece la carrera armamentista nuclear. Parece que los gobiernos se alistan para un escenario apocalíptico. ¿Hay conciencia de ese riesgo y de parar esa carrera?

No se puede negar que lamentablemente estamos en un escenario en el que tenemos y tendremos más armas nucleares. Es una realidad. Las potencias poseedoras de armamento nuclear están, en algunos casos, aumentando en forma numérica sus arsenales, cosa que no sucedía hace bastante tiempo. Es una realidad con la que debemos lidiar.

La responsabilidad de la OIEA radica en evitar que nuevos países se sumen a esa situación con el desarrollo de armas nucleares, como puede Oriente Medio. O como sucedió, lamentablemente, y debemos reconocer, con Corea del Norte.

Si bien no es aconsejable dramatizar o sembrar el pánico, es cierto que no nos estamos alejando de un conflicto nuclear: acaso nos estamos acercando y, en tal caso, estamos viendo más armas nucleares y más países que evalúan la posibilidad de dotarse de armas nucleares. La situación internacional nosotros la evaluamos como sumamente delicada.

La humanidad sigue la guerra en Ucrania y es razonable temer que en cualquier momento ocurrirá una tragedia nuclear. ¿Es un temor válido?

El OIEA tiene presencia permanente con una misión internacional en Zaporiyia que está informando cotidianamente de lo que allí sucede, para evitar que desinformación o informaciones falsas puedan llevar a una escalada de manera inadvertida.

Estamos en diálogo constante con ambos beligerantes, para evitar que sucedan estas situaciones. El OIEA trata de llevar un espacio de calma y de cabeza fría para evitarlas. Somos el único organismo internacional en diálogo abierto con ambas partes.

Obvio que no podemos dar garantías de que esto no vaya a suceder, porque tampoco está en nosotros evitarlo, pero sí tener una acción diplomática, política, técnica, muy activa para disminuir, al máximo posible, la posibilidad de que suceda.

¿Hay voluntad política en Occidente y en Rusia para evitar una catástrofe nuclear? En la entrevista de 2022 usted dijo que esa voluntad es como un tesoro que hay que sacar y poner donde tiene que estar. ¿Ya lo encontró?

Estoy en una búsqueda permanente (del tesoro). Hay momentos en los que se logran espacios de convergencia y también hay otros momentos en los que prevalece el antagonismo y la confrontación. Lo importante es que el OIEA esté permanente y activamente proponiendo soluciones y alternativas viables a unos y a otros. Y a eso estamos absolutamente abocados.

Es un tesoro difícil de encontrar, ¿verdad?

Así es. Pero vale la pena buscarlo y no cejar nunca en el esfuerzo.

La cuesta está empinada: se avanzan dos pasos, se retroceden cinco y sin que se concreten las voluntades políticas.

Eso es cierto. Pero el desafío es justamente no desmayar, proponer soluciones, alternativas e iniciativas como hace el OIEA. No solo ser comentaristas u observadores de la realidad, sino tratar de modificarla con el mandato que tenemos.

¿Y cómo puede ayudar México?

México ayuda hace mucho, por tener, a lo largo de la historia, una política exterior de iniciativa y creatividad notable que llevó, nada menos, a suscribir el Tratado de Tlatelolco. Esa voluntad y ese activismo han estado presentes y en los últimos años con esfuerzos para la interdicción de las armas nucleares. La voz de México es muy respetada internacionalmente, inestimable. México es el país más grande de habla hispana y es indispensable.

América Latina, más allá de diferencias puntuales o coyunturales entre algunos gobiernos, es un continente de paz y esto ha sido una constante de la historia. Yo, como primer latinoamericano al frente del OIEA, trato de encarnar permanentemente esa visión. Me siento muy acompañado por los países de mi región y eso me pone feliz y orgulloso.

¿Cómo rompió la guerra en Ucrania el confort de Europa?

Una enorme inquietud en Europa, porque es un continente que ha visto volver la guerra a un espacio en el que se pensaba que estaba absolutamente erradicada como forma de solución de las controversias y los conflictos internacionales. En Europa se observa una enorme preocupación y angustia, porque muchos de los países están muy cerca geográficamente del teatro de operaciones en Ucrania y están embarcados y comprometidos en asistir a Ucrania en este caso. Algunos otros países tienen una visión diferente, más matizada y que quizás también comprenden la posición de Rusia. Estamos de vuelta inmersos en un espacio que, después de la Segunda Guerra Mundial, se pensaba exento de conflictos y guerras que, sin embargo, ahora lo está. África, uno de los más grandes sectores del Tercer Mundo, también está cerca de ese teatro. Así es. Y ahí también hay una conflictividad creciente. Evidentemente estamos en una coyuntura internacional difícil, pero que merece y exige, de todos, nuestro mayor esfuerzo. Es lo que puedo decir.

Usted dijo en 2022 que se levanta a diario pensando en la paz del mundo. ¿Aún es así?

Si, es así. Me levanto pensando qué voy a hacer en pos de ese objetivo. La paz tiene declinaciones y una es evitar los riesgos directos de conflicto, de proliferación de las armas nucleares. El Papa Paulo VI dijo que el desarrollo es el nuevo nombre de la paz.

El OIEA trabaja en medicina nuclear, en tecnologías y ciencia nuclear pata alimentación, prevenir plagas y enfermedades, manejo del agua en los países más pobres. Una visión global de la paz para evitar el conflicto y la guerra, pero también dar, con la ciencia y la tecnología nuclear, condiciones de vida más dignas para las personas.

Y narró que se iba a dormir pensando en la paz mundial. ¿Lo sigue haciendo?

Es algo que lo acompaña a uno de la mañana a la noche. Así es.

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