Durante el sexenio obradorista, el sistema político mexicano se ha ido deslizando hacia una autocracia.

Un estudio reciente (https://shorturl.at/px369) afirma que 78% de los mexicanos apoyamos la democracia representativa, pero entre 2017 y 2023 aumentó rápidamente el porcentaje de quienes consideran positivo que un líder fuerte tome decisiones sin interferencia del poder legislativo, ni del poder judicial. AMLO lo dice con otras palabras: ‘mi autoridad política y moral están por encima de la ley’.

Desde su púlpito mañanero, el Presidente ha puesto sobre la mesa un ‘pacto faustiano’: sacrifiquen sus libertades y derechos, y denme a mí todo el poder; a cambio, yo decidiré por ustedes, para reconfigurar el sistema político e iniciar otra etapa prolongada de monopolio político sin alternancia.

Los ciudadanos que renuncian a sus libertades a favor del líder carismático y seductor lo hacen hasta con entusiasmo, sin reparar en que ya no las podrán recuperar.

Este pacto faustiano representa una profunda contradicción entre lo que AMLO prometió y los resultados que entrega. En 2018 planteó regresar a las fuerzas armadas a los cuarteles y resolver el grave problema de inseguridad, tutelar los derechos de los migrantes mexicanos en el exterior, edificar un sistema de salud mejor que el de Dinamarca, y promover una nueva escuela mexicana. Ofreció asimismo separar el poder económico y el poder político.

¿Qué tenemos seis años después? Un número récord de homicidios dolosos y desapariciones, más botas en el terreno pero con una violencia criminal totalmente fuera de control, cero visitas del Presidente a los migrantes mexicanos en Estados Unidos, la muy costosa creación y desaparición del Insabi, un abismal rezago educativo, programas sociales ‘de López Obrador’-no del gobierno de la república- y un sistema de salud profundamente deteriorado (https://shorturl.at/nrzXZ).

7 de cada 10 mexicanos creen que hay más corrupción en el sector público. Los ultrarricos mexicanos se han beneficiado de concesiones del Estado, y sus fortunas se incrementaron de forma desproporcionada mediante jugosos contratos con el gobierno de AMLO, nos dice un reciente informe de Oxfam México (https://shorturl.at/cfqCE). El mensaje es muy claro: si apoyan a mi gobierno, mi partido y mis candidatos, ganarán más dinero que nunca.

Hoy 1 de marzo inician las campañas electorales hacia las elecciones presidenciales del 2 de junio de 2024. AMLO (su partido y satélites son accesorios) insiste en propalar la versión del arroz cocido: no sólo su candidata lleva una ventaja insuperable, sino que el continuismo de AMLO (vía interpósita persona) es la única opción posible.

Sólo hay de una sopa, nos dicen.

El Presidente usó el poder para para generar una competencia política depredadora. Busca mantenerse vigente en la política nacional, y para ello se servirá del empoderamiento del ejército y de la espada de Damocles de la revocación de mandato.

No es buena idea concentrar todo el poder en una sola persona. Va en menoscabo de la gobernanza en México, e incluso de la sucesora de AMLO, sea ella o no de su propio partido.

Lo único seguro es que el 1 de octubre de 2024, AMLO será expresidente.

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